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LLAMADOS A UNA PRESENCIA PÚBLICA COMO IGLESIA

Urge una nueva evangelización que siga buscando dar respuesta al hombre de hoy. Éste sigue buscando a Dios de diversas maneras, muchas veces sin nombrarlo o de manera implícita. Sigue habiendo personas con sed de dar sentido a su vida, que buscan un mundo más justo y solidario, o que creen que hay un misterio que escapa de de nuestras manos al que desean nombrar. 

Llamados a la nueva evangelización

Los protagonistas de la nueva evangelización somos todos y cada uno de los bautizados.  La nueva evangelización no acontece al margen de los ámbitos de vida, sino en el corazón del mundo, allí donde vivimos, sufrimos, tomamos decisiones o ponemos al servicio nuestros conocimientos, dones y talentos.

Por el bautismo estamos llamados a la santidad y participamos de este envío como Iglesia al mundo. Esto implica también santificar el mundo, es decir, posibilitar que todo lo humano pueda ser alcanzado por la lógica de Jesus y sus valores. Pero esto no se impone sino que se propone a través de vidas sencillas pero llenas de autenticidad. Ahí donde un cristiano se convierte en el evangelio que otro puedan leer, con una presencia significativa en sus ámbitos, ahí se va construyendo, poco a poco, el reino de Dios.

 

La fe, ¿se reduce a la esfera íntima?

Mucha gente cree que lo mejor es separar la vida pública de la privada, que la fe pertenece a la esfera íntima de las personas y que no es bueno manifestarla de manera explicita. Pero vivir así nos fragmenta y divide. Si algo caracteriza a la fe es que es totalizante, es decir, está llamada a bañar el conjunto de la vida. Una fe que no se expresa es una fe que termina apagándose. Seguir a Jesús tiene una fuerza transformadora que también necesita ser comunicada y visibilizada. Es tal su potencialidad, que está llamada a  transformarse en instancia crítica, a suscitar criterios de juicio, y a interpelar la conciencia. ¿No necesita eso el mundo de hoy, el hombre de hoy? 

Como Iglesia estamos invitados a tener esta presencia publica y social. Esto implica poner la economía, la política, la tecnología, el saber.. al servicio de los valores más nobles del evangelio: de la justicia, de la paz, de la solidaridad, de la búsqueda del bien común. Esta tarea necesita de creyentes comprometidos y convencidos.. de personas que dejen que realmente la fe en Jesús configure su vida y les dinamice apostólicamente.

Una presencia pública como Iglesia que sepa dialogar con el hombre de hoy y esta sociedad plural, necesita no solo tener el arrojo y la audacia de hacerlo, son también saber cultivar unos valores. La capacidad de diálogo, saber valorar la diversidad, dar razón de las convicciones profundas, el respeto a lo diferente.. son elementos esenciales. 

¿Te sientes invitado a tener una presencia significativa en tus ámbitos de vida? ¿Qué piensas de la importancia de tener una presencia publica en la sociedad como Iglesia?

 

 

 


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